Hoy vengo a hablar desde el dolor. Desde lo más hondo de mi corazón y sobre uno de mis mayores miedos. Pero también sobre el amor más incondicional y puro que he conocido.
Hace doce años conocí a la que considero el amor de mi vida. Y no, no es mi novio, pero siempre he considerado que ambos pueden portar este título, porque un humano y un perro tienen poco en común, pero mucho para dar.
Hace doce años conocí a mi Tara. Siempre la quise, desde que llegó a casa, cuando yo aún ni si quiera era una adolescente. Hemos crecido juntas. Fui desarrollando devoción hacia ella, hasta el punto, de amar tanto como jamás creí que se podría amar a un animal. Y lo que pocos entienden, es que me sienta igual de querida por ella.
Cuando digo por ahí que es el amor de mi vida y que estoy completamente enamorada de ella, hay personas que hacen gesto raro. Viéndolo con ojos de amor romántico, entiendo que sea raro, pero no es así, es diferente, es completamente incondicional.
Todas las veces que le he pedido a Dios por ella en sus vaivenes de salud, siempre se lo he querido hacer saber. Que mi Tara me ha enseñado lo que es el amor incondicional de verdad. Un amor como ninguno. Lo que es que un animalito se sienta feliz tan solo con verte, que quiera dormir contigo todas las noches, que no se quiera apartar de ti en ningún momento. Me ha enseñado lo que es dar sin la necesidad de recibir a cambio, lo que implica estar, solo porque quieres estar. E incluso a amar sin que las palabras sean necesarias, solo los gestos, solo tenerte a mi lado.
Imagino, por cómo me conozco y por lo que dice la gente, que cuando tenga un hijo también lo consideraré el amor de mi vida. Y será correcto, y será otro tipo de amor y de relación. Como el amor hacia nuestros padres. Creo que el amor tan solo coexiste. El que tienes con tu familia, con tu pareja, con tus amigos, e incluso con tu mascota.
Vengo a hablar de este amor tan especial para mí porque mi pequeña está pasando muy malos días. Su salud, por su edad, lleva tiempo teniendo altibajos, pero hoy hemos tenido un gran susto. Escribo esto con ella ingresada en la veterinaria, con suero y gotero, donde va a pasar la noche, con un buen pronóstico, gracias a Dios.
Pero no puedo evitar sufrir. Por como la he visto, por miedo a perderla. Porque no quiero estar en casa sin tenerla por aquí rondando. Porque mi mayor miedo desde hace doce años es llegar a casa y que no venga a recibirme, que no mueva su colita, no dormir con ella, con el olor de su cabeza, que, como dice mi novio, estoy obsesionada.
La quiero a mi lado, egoístamente, la quiero a mi lado toda la vida. Que el tiempo no pare, que sigamos creciendo juntas. Y uno de mis pesares más grandes, de los que callo a diario, es perderla. Pero tampoco quiero verla sufrir, porque no sé qué clase de humano podría ver a un animal sufrir, encima a uno que amas tanto.
Egoístamente, también pienso en mi madre, lo que supongo que es un acto natural. Pienso en toda la compañía que le hace. En todo el tiempo que pasan las dos solas, cuando nosotros trabajamos o estudiamos, en lo desesperada que se pone Tara por tan solo estar cinco minutos sin verla. No solo pienso en mi amor, también en el de ellas, en su vínculo. En lo que significa para toda nuestra familia.
Si se me ha roto el corazón de verla padecer, de pensar que se iba… sé que será uno de los dolores más grandes de mi vida, pero no es por dolor que lo temo, es por mi vida sin ella. Sin cada momento juntas, sin sus lengüetazos, gruñidos y momentos de juego. Sin sus mañanas al sol, sin esas miradas de reojo, sin las siestas a su lado.
Es muy injusto vivir tanto, cuando ellos tienen tan poco. Al mismo tiempo es bonito, como consiguen darnos y enseñarnos de estas formas con su paso.
Ahora mismo solo quiero que se pongan bien. Ir mañana a verla y que esté todo bien. Que la tormenta ha pasado, que volvemos a casa. No quiero malas noticias. No quiero no poder verla, no puedo vivir sin más besos suyos, sin ese olor.
Vengo aquí, donde consigo expresar lo que en ningún otro lugar puedo. Aunque explique es estoy triste, aunque comparta este peso con mi familia… en ningún otro lugar podría sacar tanta pena, tanto miedo, tanta verdad que brota de mis adentros. Quizás más tarde me arrepienta de haberlo subido, pero haberlo sacado de dentro ha sido valido, y eso esta bien.
Gracias por leerme y perdón si le he quitado un poco de alegría a tu día. Ha sido muy duro, y puede que lo sea más, y cuanto más saque de mí, más me creo que podré albergar. Me seguiré oponiendo, por supuesto, y luchando con ella con todo lo que esté a mi alcance.
Gracias por estar ahí, un abrazo enorme y un beso al cielo <3